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A) DE CAMINO:
 
Casi se nos hizo tarde, para cuando nos dimos cuenta. Le pedí que fuéramos a cenar. Llevaba días entusiasmada con la fiesta, pero según se iba acercando el momento, se fue apoderando de mi un sentimiento de cobardía tal, que me hizo desear que ocurriese algo para que no llegara el momento, aunque no se lo dije.
 
Nos sentamos en una mesa y Él no probó bocado, la verdad es que yo tampoco tenía hambre, pero disimulé comiendo algo. Lo que quería era tomarme algo que me sirviera de anestésico para aplacar mi estado de ansiedad, pero no me atreví mas que a pedir una cerveza. En realidad, lo que hubiese deseado era tomarme un orujo, o un Anís del Mono, que creo que es lo que mas grados tiene, pero no me atreví porque Él se había pedido un refresco y no quería desentonar. ¡Estaba tan nerviosa!
 
Pero hoy me alegro de no haberlo hecho, porque esa noche descubrí algo: Él es mi mejor calmante y no necesitaba anestésico alguno, porque, si lo hubiese tomado, hoy quizás no tendría esos maravillosos recuerdos grabados, ni esas sensaciones aún frescas.

Salimos del mesón del centro y nos dirigimos caminando bajo la lluvia hasta el local. Fue bonito el paseo; ... en un momento dado, por la fría noche, por la lluvia y por llevar únicamente un paraguas, le cogí del brazo, pero inmediatamente, al darme cuenta, se lo solté. Aún no tenía muy claro como comportarme con Él, aún medía todos mis movimientos con Él.
 
Estaba asustada y necesitaba su calor protector. No sabía si le decepcionaría por mi timidez o por mi falta de atrevimiento, si se daba la ocasión de hacer alguna demostración en la fiesta ... Él, como si se diera cuenta de mi ansiedad, me dijo, regalándome una de sus sonrisas comprensivas, tranquilizadoras y paternales: No lo retires, mi pupilita, me gusta que hagas eso.

B) FACTURACIÓN: SALUDOS Y PRESENTACIONES.
 
Llegamos al local, tenía un aspecto clandestino y algo siniestro. Creo que habitualmente era un local de ambiente. Tuvimos que llamar a la puerta y salió un chico con una mirada seria y aséptica, con el torso desnudo y unos vaqueros, pidiéndonos una contraseña ... para añadir mas tensión a mi cuerpo.

Entramos y todo estaba muy oscuro, un local muy frío sin ningún tipo de decoración, tan sólo recuerdo unas pintadas en las paredes sobre un fondo de pintura negra. La única zona iluminada era una barra en forma de L. Se escuchaba música tecno no muy elevada y el leve murmullo de los primeros asistentes. No habría mas de diez personas repartidas por todo el local.

Caminaba tras Él, cogida de su mano, porque apenas era capaz de ver por el impacto de la oscuridad en mi retina. Atravesamos el primer cubículo tomando un pasillito cuando oímos tras nuestras espaldas una voz femenina: "PANTALEÓN, hola".
 
Retrocedimos hacia el grupo de donde emergía aquella voz. En cuanto sus ojos se adaptaron a la escasa iluminación y tras hacer un recorrido con su mirada de reconocimiento al pequeño grupito saludó y me presentó. Yo estuve realmente tímida y no fui capaz de emitir mas que un hola con una sonrisa.
 
Al momento continuamos nuestra expedición para curiosear por el local, pero descubrimos que tenía poco mas. La siguiente y última habitación tampoco era demasiado amplia, tan solo tenía a modo de asiento una grada que rodeaba toda la habitación con las mismas paredes que en la habitación anterior. Nos sentamos bajo una pequeña televisión que colgaba de lo alto de una esquina, la cual emitía películas porno. Frente a nosotros me inquietaba un viejo colchón negro. ¿Para qué sería ...?

personajes
 
Poco movimiento ...
 
Una pareja muy agradable a mi lado; un Ama vestida con un vestido negro vaporoso con su sumiso vestido de sport de mirada agradable y extrovertida. En el lateral derecho casi frente a nosotros había otra pareja que tenía un aspecto muy simpático y desde luego llamativo.
 
Se trataba de un hombre grande y alto que seguramente ya habría atravesado la edad de oro, tenía el pelo canoso y barba, parecía un motero de Harley Davison, con su barriga al aire semioculta por un chaleco de cuero negro que iba a juego con sus pantalones.
 
Lo que comenzó a divertirme y a despertar mi curiosidad fue el collar que llevaba ... Siguiendo la correa con la mirada descubrí que a su extremo la sujetaba una mujer de baja estatura, vestida con una falda negra que creo que tenía una rajita en el lateral y unas medias negras, vestida acorde con él, que tenía una mirada sometedora.
 
Tutor también los conocía ya y me los presentó. Cuando nos retiramos tuve curiosidad por aquella simpática pareja y le pregunté ... Me explicó que acababan de intercambiar los papeles y en ese momento habían descubierto que se encontraban cómodos con los nuevos roles, ella ahora era el Ama y él su sumiso.

Después vino una chica de sonrisa divertida a saludar a Tutor y tras presentarme se sentó junto a él para charlar un ratito. Mientras, tímida yo por la nueva e intrigante situación, observaba de reojo al resto con gran curiosidad.
 
De pronto llamó mi atención algo, aquel hombre grande comenzó a masajear arrodillado el pie descalzo de aquella mujer que le dominaba, o con mucho cariño o muy metido en el papel. Lo hicieron de una manera muy natural y nadie se sorprendió, es más, ni siquiera les miraron. Excepto yo, claro, que intentaba observarlos  sin que mi mirada les interrumpiera.

Otra chica reconoció a mi acompañante Tutor y Dueño, y se acercó a saludarle mientras el local iba tomando vida. Hasta esos momentos no fui consciente de lo popular que era, la mayor parte de ellos lo conocían y lo saludaban con cariño, y los que no lo conocían físicamente acudían a saludarle con una mirada de respeto y simpatía.
 
Sinceramente, ... ese reconocimiento hacia Él me enorgulleció. Cuando le observaba mientras hablaba, con su cara habitualmente relajada, su mirada humilde, inteligente y atenta siempre, ... me di cuenta de que para mi era el hombre mas interesante y atractivo del local.

Ahora me vuelvo a sobresaltar. Se trataba uno de los antiguos del canal, por lo visto, un hombre de mediana edad, se sentó en una banqueta que había cerca de aquel inquietante colchón negro ... y colocó a una chica rubia, más joven, echada sobre sus rodillas; ... le levantó la falda lentamente ... dejando sus nalgas al aire y, tras acariciarlas con una mano abierta en pequeños círculos, le comenzó a azotar ensimismado ...
 
Me parecía increíble. Yo estaba sentada frente a ellos sin cesar de mirarles de reojo, vista la naturalidad con la que todos se tomaban la escena ...
 
Tutor me comentó que, por lo visto, iba a haber un desfile de modelos. Yo esperaba ansiosa ese momento, intuía que ocurrirían más cosas sorprendentes y estaba expectante.

Se acercó a saludar de nuevo un chico joven con gafas y alto, vestido con unos pantalones de cuero negro, con el torso desnudo únicamente cubierto por un arnés y un collar. Le saludé cuando me lo presentó intentando aguantar el aire, para evitar así que se me escapase una risita nerviosa e infantil que me bullía desde dentro cuando le vi. Esa risilla reprimida no quiso ser ni mucho menos irrespetuosa con aquel sumiso, creo que simplemente fue el cóctel del impacto, más mi alboroto interno, más la simpatía que me causó verle.