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D) EL VUELO: EXHIBICIONES

Tras cambiarme volvimos a la habitación del fondo donde parecía que se estaba centrando toda la atención. Nos sentamos en la grada de la pared izquierda que continuaba del pasillo. Había algunas parejas sentadas ya charlando animadamente.

A nuestra izquierda, frente a aquel televisor vicioso, observé otra escena con asombro y curiosidad que sorprendentemente me resultó tierna. Aquella atractiva chica, de la que confieso que sentí una punzadita de celos cuando fue a saludarle a Él, estaba sentada en la grada y, en su regazo, estaba echada, boca arriba, otra chica de mirada tímida e intensa que, aunque no falta de picardía, me pareció la mirada mas sumisa del local. Por lo visto tenían el mismo Amo, el cual no pudo asistir a la reunión y la chica atractiva tenía encomendada la misión de adoctrinarla en la sumisión. Le acariciaba con ternura sus pechos, ... su vientre, ... hasta dejar perder su mano debajo de su vestido a la altura del pubis, ... sin cesar de mirarla a los ojos prestándole toda su atención, estaba como absorta en sus ojos oscuros.

Cada pequeño grupito iba a lo suyo, mundos paralelos que se rozan serenos en un mismo contexto. Calma y placer, ... felicidad y armonía, ... movimientos lentos y seguros, ... rituales íntimos compartidos, ... todo aquello oculto en ese local terrenal. Todos éramos ángeles durante esas horas nocturnas, cada uno ocupando su jerarquía.

Se prepara otra escena: por fin descubro para qué estaba allí situado el inquietante colchón negro: ... se pusieron a cuatro patas sobre él dos sumisas, de espaldas a nosotros, en el centro de la sala; estaban a muy poca distancia de nosotros.
 
Una completamente desnuda, frente a nosotros, resultó ser la sumisa de melena rubia que me había dado el pequeño espectáculo junto a su Amo y su compinche. Desde nuestro ángulo se podía ver perfectamente como asomaban los tímidos labios rasurados entre sus piernas ...
 
La otra chica que estaba a su derecha creo que era la chica que se había paseado con su vestido de vinilo. El Amo temporal era aquel que se entretuvo horas atrás con las pinzas de la ropa y las velitas de cumpleaños convirtiendo a su propia sumisa en una mujer mechero.
 
Los dos comenzaron a azotar a aquellas sumisas a las cuales se les escapaba algún gemido, pero ellos continuaban con su labor impasibles y con la mirada solemne de marras ...
 
mi turno
 
De pronto mi Dueño me tumbó sobre sus rodillas de espaldas a Él y yo me escandalicé, pero a Él no le importó y me indicó con la mirada que acatase; ... le supliqué que no lo hiciera porque estaban todos sentados en aquella habitación observando el espectáculo y a mi no me gusta ser el centro de atención. Él me dijo con su voz tranquilizadora y con su sonrisa paternal: shhhh ... confía en mi, su voz me tranquilizó en el instante ... fue como si su voz hubiese sido una de esas inyecciones calmantes que utilizan para amansar y dormir a las fieras.
 
Me tumbé sobre sus piernas, ... me levantó de nuevo el vestido y dejó a la vista mis nalgas cubiertas únicamente por un tanguita negro exiguo y las medias de redecilla color carne, ... comenzó a azotarme con su mano, ... era una de las primeras veces que me azotaba, aun estaba experimentando y descubriendo las sensaciones que los azotes me ofrecían de sus manos, ... cuando comenzó se me olvidó de forma instantánea que estábamos rodeados de gente, mi atención se centró en sus azotes, ... después en él, ... en la mano que me sujetaba mi cabeza y me acariciaba el pelo cuando el azote había sido mas intenso, ... me bajó las medias hasta los muslos, ... y cerrando los ojos me imaginé una escena erótica de Las Amistades Peligrosas y también esas fotos antiguas del s. XIX con hombres mayores y canosos manteniendo a mujeres regordetas en su regazo repitiendo la misma escena que la que mi Dueño había provocado ...
 
Llegó un momento en el que ya no era consciente de mi misma, tan sólo de mi excitación ... deseaba lamerle y besarle ... Él no se extrañó por mis movimientos y me ofreció su mano para que lo hiciera; ... recuerdo que no paraba de lamerle su mano, ... su muñeca, ... necesitaba el contacto con su piel, ... estaba totalmente enajenada; ... me recuerdo moviendo las piernas, ... rozándome los pies con mis zapatos lujuriosos para intentar dar salida a mi excitación, ... pero Él lo hizo mejor ... sumergió su mano entre mis muslos y comenzó a masturbarme; ... yo intentaba revolverme y evitarlo porque iba a explotar ...
 
Él imagino que pensó que ya era suficiente porque había superado la prueba en la q me había puesto y cesó compensándome con un largo beso, ... me quitó el vestido, queriendo exhibir mi cuerpo únicamente cubierto por mi sostén negro sin tirantes, mi exiguo tanguita negro y los zapatos rojos fetish. A mi ya nada me importaba más que Él, había conseguido hacerme perder la compostura haciéndome gozar, ...había conseguido que me saliese de mi misma por fin y por primera vez y yo le adoraba por ello.

Así, de ese modo, sentada en sus rodillas y rodeándole por el cuello, se nos acercó aquella pareja de rubios exhibicionistas. La chica estaba en la esquina de la grada callada, sola y con la mirada baja sin atreverse a mirar de frente a nadie, imagino que acataba órdenes. Aquel Amo se sentó junto a nosotros y comenzó a hablar con mi Dueño mientras yo contemplaba, sentada sobre sus rodillas, una nueva exhibición, más espectacular.
 
Se trataba de la atractiva y dicharachera veneciana y su Amo. Hicieron una exhibición mas desenfadada aunque no carente de dolor, ya que ese Amo italiano le proporcionó fuertes azotes y bofetadas, incluso añadiendo cera sobre las magulladuras y ella lo soportó estoicamente incluso con un toque de sentido del humor.

Después, el colchón negro acogió a una mujer que parecía animada por el clima íntimo que se había creado. Se situó a cuatro patas sobre él. Era una mujer delgada de mediana edad, con el cabello claro y liso a la altura del cuello. Esa noche quiso sentirse colegiala, ... llevaba una camisa blanca muy entallada, una minifalda a cuadros, unos calcetines cortos blancos y unos zapatos negros de tacón que le daban el toque sexy. Cuando se situó a cuatro patas sobre el colchón, se acercó otra mujer no muy alta, con una melenita oscura. Creo que era un Ama que se prestó voluntaria. El Ama comenzó a azotar a la colegiala a la cual por lo visto le proporcionó un placer inmenso, ya que cuando los azotes fueron sustituidos por caricias, su éxtasis brotó en forma de lágrimas agradecidas ...

Mientras, escuchaba a medias la conversación que mi Dueño y aquel Amo mantenían. No me enteraba muy bien y tampoco quería participar en ella porque en ese momento no me gustó la mirada que me dirigía ese Amo, prestándome una atención excesiva, porque me avergonzaba. Escuché la voz de mi Dueño en un momento dado le dijo con la voz más elevada para que yo le escuchase que me repitiese algo que le había dicho refiriéndose a mi. Entonces aquel Amo teñido me dijo que pensaba que yo y su sumisa éramos de lo mejorcito de aquella fiesta. Sonreí forzadamente y me incomodó aun mas. Aunque por otro lado me gustó que mi Dueño se sintiera orgulloso de tenerme junto a Él como mas tarde me confesó ...

También le comentó que su sumisa era bisexual, que estaban casados y que les habíamos gustado para tener un encuentro posterior los cuatro solos; ... me hizo gracia ya cuando estábamos a solas, después de digerirlo, y daba por hecho que Él rompería el papelito en donde acababa de apuntar el número de teléfono o que simplemente la guardaría para recordar la anécdota.
 
 
E) EL ATERRIZAJE: FIN DE LA FIESTA

Eran ya las seis y pico de la madrugada cuando, de pronto, el Amo de las velitas de cumpleaños nos avisó a todos de que la policía estaba en la puerta velando el sueño de los vecinos y nuestra reunión interfería en él por el volumen de las voces. Imagino que el local no estaba debidamente insonorizado. Así que, justo después del clímax de la fiesta, nos obligaron a desalojar.
 
Me puse el vestido y las medias ahí mismo y nos dirigíamos a la puerta cuando se acercó a Tutor aquel Amo italiano que exhibió a su sumisa sobre el colchón negro inquietante. Le dijo que él y su sumisa se habían fijado en nosotros, imagino que habrían contemplado el espectáculo paralelo que mi Dueño ofreció. Así vi que le daba una tarjeta de visita, que luego me explicó que era para una posterior cita de parejas a solas.

Salimos a enfrentarnos con la fría noche que ya estaba muriendo. Y caminando junto a una pareja, un Amo grande con una sumisa de no muy alta estatura y muy risueña, nos encaminamos a nuestro nido alquilado a continuar la fiesta a solas, como dice mi Dueño, y así hicimos...

Ya en casa y a solas, en mi habitación ... miré aquellos perversos zapatos asustada por lo que me habían llevado a sentir, así que los escondí debajo de mi cama. Me di cuenta de que me estaban dirigiendo efectivamente por ese mundo anunciado y que ya me habían llevado a escalar por la pirámide del vértigo.