A un olmo seco
Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias
de abril y el sol de mayo, algunas hojas verdes le han salido. El olmo centenario en la colina... Un musgo amarillento le
lame la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento.
Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha
el leñador, y el carpintero te convierta en malena de campana, lanza de carro o yugo de carretera; antes que rojo
en el hogar, mañana, ardas de alguna mísera caseta.
Antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas, olmo,
quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera también hacia la luz y hacia la vida, otro
milagro de la primavera.
Antonio Machado
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