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Esopo

La zorra y el perro
 
Penetró una zorra en un rebaño de corderos, y arrimando a su pecho a un pequeño corderillo, fingió acariciarle.

Llegó un perro de los que cuidaban el rebaño y le preguntó:

-- ¿Qué estás haciendo ?

-- Le acaricio y juego con él -- contestó con cara de inocencia.

-- ¡ Pues suéltalo enseguida, si no quieres conocer mis mejores caricias !

Al impreparado lo delatan sus actos.
Estudia y aprende con gusto y tendrás éxito en tu vida

Los lobos y los perros alistándose a luchar.

Se alistaban los lobos y los perros a luchar. Eligieron los perros como general a un perro griego. Pero éste parecía no tener prisa en iniciar la batalla y por ello le reclamaron.

¿ Saben -- contestó -- por qué doy tiempo ? Porque antes de actuar siempre es bueno deliberar. Los lobos todos son de la misma raza, talla y color, pero nosotros somos de  costumbres muy diferentes, y procedemos de diversas regiones de las cuales cada uno estamos orgullosos. Nuestros uniformes no son parejos como los de ellos, tenemos rubios, negros, blancos y cenicientos. ¿ Cómo voy a empezar una guerra con soldados tan disparejos ? Primero debo idear cómo nivelar a mi gente.

Cuando de asociarse se trata, entre más equilibrada sea la unidad de voluntad y de pensamiento entre los miembros, mayor garantía habrá de éxito.

Los lobos reconciliándose con los perros

LLamaron los lobos a los perros y les dijeron:

-- Oigan, siendo ustedes y nosotros tan semejantes, ¿ por qué no nos entendemos como hermanos, en vez de pelearnos ? Lo único que tenemos diferente es cómo vivimos. Nosotros somos libres; en cambio ustedes  sumisos y sometidos en todo a los hombres: aguantan sus golpes, soportan los collares y les guardan los rebaños. Cuando sus amos comen, a ustedes sólo les dejan los huesos. Les proponemos lo siguiente: dennos los rebaños y los pondremos en común para hartarnos.

Creyeron los perros las palabras de los lobos  traicionando a sus amos,  y  los lobos, ingresando en los corrales, lo primero  que hicieron fue matar a los perros.

Nunca des la espalda o traiciones a quien verdaderamente te brinda ayuda y confía en tí.

El lobo y el perro

Se encontró un lobo con un corpulento perro sujeto por un collar, y le preguntó:

-- ¿ Quién te ha encadenado y quién te ha  alimentado de esa forma ?

-- Mi amo, el cazador -- respondió el perro.

-- ¡ Que los dioses nos libren a los lobos de semejante destino ! Prefiero morir de hambre a tener que cargar tan pesado collar.

Vale más el duro trabajo en libertad, que el placer en esclavitud.

El lobo y el perro dormido.

Dormía plácidamente un perro en el portal de una casa. Un lobo se avalanzó sobre él, dispuesto a darse un banquete, cuando en eso el perro le rogó que no lo sacrificara todavía.

-- Mírame, ahora estoy en los huesos -- le dijo --; espera un poco de tiempo, ya que mis amos pronto van a celebrar sus bodas y como yo también me daré mis buenos atracones, me engordaré y de seguro seré un mucho mejor manjar para tu gusto.

Le creyó el lobo y se marchó. Al cabo de algún tiempo volvió. Pero esta vez encontró al perro durmiendo en una pieza elevada de la casa. Se detuvo al frente y le recordó al perro lo que habían convenido. Entonces el perro repuso:

-- ¡ Ah lobo, si otro día de nuevo me ves dormir en el portal de la casa, no te preocupes por esperar las bodas !

Si una acción te lleva a caer en un peligro, y luego te logras salvar de él, recuerda cual fue esa acción  y evita repetirla para no volver a ser su víctima.

El hombre al que mordió un perro.

Un perro mordió a un hombre, y éste corría por todo lado buscando quien le curara. 

Un vecino le dijo que mojara un pedazo de pan con la sangre de su herida y se lo arrojase al perro que lo mordió. Pero el hombre herido respondió:

--¡ Si así premiara al perro, todos los perros del pueblo vendrían a morderme !

Grave error es alagar la maldad, pues la incitas a hacer más daño todavía.

El jardinero y el perro.

El perro de un jardinero había caído en un pozo. 

El jardinero, por salvarle, descendió también. Creyendo el perro que bajaba para hundirlo más todavía, se volvió y le mordió. 

El jardinero, sufriendo con la herida, volvió a salir del pozo, diciendo:

-Me está muy bien empleado; ¿quién me llamaba para salvar a un animal que quería suicidarse?

Cuando te veas en peligro o necesidad, no maltrates la mano de quien viene en tu ayuda.

El viajero y su perro.

Un viajero listo para salir de gira, vio a su perro en el portal de su casa estirándose y bostezando. Le preguntó con energía: 

-¿ Por qué estás ahí vagabundeando?, todo está listo menos tú, así que ven conmigo al instante.

El perro, meneando su cola replicó: 

- Oh patrón, yo ya estoy listo, más bien es a tí a quien yo estoy esperando.

El perezoso siempre culpa de los retardos a sus seres más cercanos. 

El perro con campanilla.

Había un perro que acostumbraba morder sin razón. 

Le puso su amo una campanilla para advertirle a la gente de su presencia cercana. Y el can, sonando la campanilla, se fue a la plaza pública a presumir. Mas una sabia perra, ya avanzada de años le dijo:

-- ¿ De qué presumes tanto, amigo ? Sé que no llevas esa campanilla por tus grandes virtudes, sino para anunciar tu maldad oculta.

Los halagos que se hacen a sí mismos los fanfarrones, sólo delatan sus mayores defectos.

El perro y el reflejo en el río.

Vadeaba un perro un río llevando en su hocico un sabroso pedazo de carne. Vio su propio reflejo en el agua del río y creyó que aquel reflejo era en realidad otro perro que llevaba un trozo de carne mayor que el suyo. 

Y deseando adueñarse del pedazo ajeno, soltó el suyo para arrebatar el trozo a su supuesto compadre. 

Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno: éste porque no existía, sólo era un reflejo,  y el otro, el verdadero, porque se lo llevó la corriente.

Nunca codicies el bien ajeno, pues puedes perder lo que ya has adquirido con tu esfuerzo.

El asno y la perrita faldera.

Un granjero fue un día a sus establos a revisar sus bestias de carga: entre ellas se encontraba su asno favorito, el cual siempre estaba bien alimentado y era quien cargaba a su amo. Junto con el granjero venía tambien su perrita faldera, la cual bailaba a su alrededor, lamía su mano y saltaba alegremente lo mejor que podía. El granjero reviso su bolso y dio a su perrita un delicioso bocado, y se sento a dar ordenes a sus empleados. La perrita entonces saltó al regazo de su amo y se quedó ahí, parpadeando sus ojos mientras el amo le acariciaba sus orejas.

El asno celoso de ver aquello, se solto de su jáquima y comenzó a pararse en dos patas tratando de imitar el baile de la perrita. El amo no podía aguantar la risa, y el asno arrimándose a él, puso sus patas sobre los hombros del granjero intentanto subirse a su regazo. Los empleados del granjero corrieron inmediatamente con palos y horcas, ensenandole al asno que las toscas actuaciones no son cosa de broma..

No nos dejemos llevar del mal consejo que siempre dan los injustificados celos. Sepamos apreciar los valores de los demás.

Las Fábulas de Esopo