El
jardinero y las hortalizas
Un
hombre se detuvo cerca de un jardinero que trabajaba con sus legumbres, preguntándole por qué las legumbres silvestres crecían
lozanas y vigorosas, y las cultivadas flojas y desnutridas.
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Porque la tierra -repuso el jardinero-, para unos es dedicada madre y para otros descuidada madrastra.
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Del interés que se ponga en un asunto, así se desarrollará
y así será el fruto que se recoja.
El abeto y el espino
Disputaban entre sí el abeto y el espino. Se jactaba
el abeto diciendo:
-Soy hermoso, esbelto y alto, y sirvo para construir las naves
y los techos de los templos. ¿Cómo tienes la osadía de compararte a mí?
-¡Si recordaras-replicó el espino- las hachas y las sierras
que te cortan, preferirías la suerte del espino!
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Busca siempre la buena reputación pues es una gran
honra, pero sin jactarte por ello, y también cuídate de los que quieren aprovercharse de ella para su propio provecho.
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La viña y la cabra
Una viña se encontraba exuberante en los días de la cosecha con hojas y uvas. Una cabra que pasaba por ahí mordisqueó
sus zarcillos y tiernas hojas. La viña le reclamó:
-¿Por qué me maltratas sin causa y comes mis hojas? ¿No ves que hay zacate suficiente? Pero no tendré que esperar demasiado
por mi venganza, pues si sigues comiendo mis hojas y me maltratas hasta la raíz, yo proveeré el vino que echarán sobre ti
cuando seas la víctima del sacrificio.
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Los maltratos hechos con intención, tarde o temprano regresan a quien los hizo, muchas
veces bajo otra vestidura.
El nogal
Un nogal que había crecido al pie de un camino y al cual los caminantes
herían a pedradas para tomar sus frutos, dijo para sí suspirando:
-¡Infeliz de mí que todos los años me atraigo injurias y dolores!
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Hay quienes por no tener a buen recaudo sus bienes,
sólo obtienen desdichas.
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La cierva y la viña
Una cierva era perseguida por unos cazadores y
se refugio bajo una viña. Pasaron cerca los cazadores, y la cierva, creyéndose muy bien escondida, empezó a saborear las hojas
de la viña que la cubría. Viendo los cazadores que las hojas se movían, pensaron muy acertadamente, que allí adentro había
un animal oculto, y disparando sus flechas hirieron mortalmente a la cierva. Ésta, viéndose morir, pronunció estas palabras:
-- ¡ Me lo he merecido, pues no debí haber maltratado a quien
me estaba salvando!
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Sé siempre agradecido con quien generosamente te da la ayuda
para salir adelante.
La granada, el manzano y el espino
La granada y el manzano disputaban sobre quien de ellos era el máximo.
Cuando la discusión estaba en lo más ardiente, un espino, desde su vecindad alzó su voz
diciendo severamente:
- Por favor, mis amigos, en mi presencia, al menos déjense de esas vanas discusiones.
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Quien tiene el poder de castigar, termina siendo el máximo.

VIRTUD Y ORGULLO
LA ENCINA Y EL ROSAL
-¡Mezquina es tu existencia a un humilde Rosal dijo una
Encina-, Pues arrastras al par de mi opulencia Tu existencia mezquina!- De una santa en las fiestas placenteras, Bajaron
a coger unos pastores Ramaje de la Encina para hogueras, Y del Rosal, para la imagen, flores. Ornó el Rosal la imagen
peregrina, Y entonces me presumo Que, mirando en la hoguera arder la Encina, Exclamó al darle el humo: -No ofrentes al humildes con tu fausto, Que el día de la prueba, en acto innoble, Con
ignominia doble... Tal vez sirvas de incienso a su holocausto.
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La zorra y el espino
Una zorra saltaba sobre unos montículos, y estuvo
de pronto a punto de caerse. Y para evitar la caída, se agarró a un espino, pero sus púas le hirieron las patas, y sintiendo
el dolor que ellas le producían, le dijo al espino:
-- ¡ Acudí a tí por tu ayuda, y más bien me has herido !
A lo que respondió el espino:
-- ¡Tu tienes la culpa, amiga, por agarrarte a mí, bien sabes
lo bueno que soy para enganchar y herir a todo el mundo, y tú no eres la excepción!
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Nunca pidas ayuda al que acostumbra a hacer
el daño
El bandido y la morera
Un bandido que había asesinado a un hombre en
un camino, al verse perseguido por los que allí se encontraban, abandonó a su víctima ensangrentada y huyó. Pero viéndole
unos viajeros que venían en sentido contrario, le preguntaron por qué llevaba las manos tintas; a lo que respondió que acababa
de descender de una morera. Entretanto llegaron sus perseguidores, se apoderaron de él y le colgaron en la morera. Y el árbol
dijo:
-No me molesta servir para tu suplicio, puesto
que eres tú quien ha cometido el crimen, limpiando en mí la sangre.
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A menudo ocurre que personas bondadosas,
al verse denigrados por los malvados, no tienen duda en mostrarse también malvados contra ellos.

AMAR POR LAS APARIENCIAS
EL ALCORNOQUE Y LA ENREDADERA
Nació una Enredadera Al pie de un alcornoque descarnado; Vistóle
de manera Que fue en la primavera, Siendo un bodoque ruin, blasón del prado. Como propios primores Lucía el corcho
vil ajenas galas, Siendo con tantas flores Envidia de pastores Y blanco del amor de las zagalas. ¿Oh, qué árbol
tan florido -Decían -; qué gentil, que primoroso! Elogio merecido, Pues, gracias al vestido, Por Dios que el
Alcornoque estaba hermoso. Mas llegaron sin cuento Del otoño las ráfagas sonoras, Y soplando violento, Dejó Alcornoque
el viento Al que el ídolo fue de las pastoras. ¡Cuántas
de esta manera Elvira, adoran a un galán bodoque, Y hasta que el aura fiera Lleva la enredadera, No advierten
que han amado a un alcornoque!
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